La tasa media de fertilidad en la Unión Europea (UE) asciende hoy en día a 1,5 niños por mujer. Esta fertilidad enclenque, el aumento de la esperanza de vida y la jubilación de la generación del 'baby boom' (nacimientos masivos después de la Segunda Guerra Mundial) son los ingredientes de lo que hoy en Bruselas se conoce como 'la bomba demográfica'.
Uno de los rostros más atemorizantes de este problema acabaría de dibujarse dentro de 40 años: mientras que hoy en día la UE cuenta con cuatro ciudadanos activos por cada pensionista, en el 2050, si las tendencias se mantienen, solo habría dos europeos trabajando por cada jubilado . Según cifras de la Comisión Europea (CE), la población en edad laboral disminuirá en 20 millones entre el 2005 y el 2030, mientras que la población de más de 80 años prácticamente se duplicará en el mismo período.
Algunos países europeos han sido más precavidos que otros para implementar políticas que les garanticen contar con suficientes brazos jóvenes que mantengan en marcha sus economías.
Francia presenta hoy una de las tasas de fertilidad más altas de toda la UE (1,9) gracias a su agresiva política a favor de la maternidad. A diferencia de lo que sucede en la mayor parte de Europa, en Francia es relativamente sencillo encontrar cupo en las guarderías para recién nacidos y los precios del servicio son accesibles. Las redes de asistencia para las nuevas mamás y los permisos de maternidad más ventajosos libran a las francesas de tener que optar de modo excluyente entre un hogar y su carrera. Con su ritmo actual de nacimientos, Francia es capaz de cubrir los tres cuartos de su renovación demográfica con nacimientos. El cuarto restante los suple a través de la inmigración.
EL CASO ALEMÁN
Alemania, el país más poblado y la primera potencia económica de la UE, presenta un panorama más adverso. Su tasa de fertilidad de 1,4 niños por mujer, inferior a la media europea y muy distante de la ansiada tasa de dos niños por pareja, ha obligado al gobierno de Angela Merkel a tomar al toro por las astas.
En enero de este año, la ministra alemana de Familia, Ursula Von der Leyen, lanzó un ambicioso programa gracias al cual los bebes alemanes llegarán al mundo con un apetitoso pan bajo el brazo: el padre o la madre del recién nacido podrá tomarse un año de licencia laboral cobrando el 67% de su salario.
Además la ministra, ella misma madre de siete hijos, se ha comprometido a triplicar para el 2013 las plazas en la red de guarderías alemanas, cuya escasez desanima hoy a más de una dubitativa candidata a mamá.
Ni las millonarias inversiones que estas medidas supondrán ni la oposición de la Iglesia Católica y los sectores más conservadores del partido de Merkel, que ven en el programa un ataque contra el modelo tradicional de familia, amilanan a Von der Leyen, obligada a lidiar con un dato recientemente revelado: si Alemania se queda de brazos cruzados, Francia, la segunda potencia europea, le arrebatará su puesto de primera economía de la UE en el 2035 y diez años más tarde la superará también en número de habitantes.
Según los expertos del IW, el Instituto de Colonia (siglas en alemán) que elaboró el estudio, incluso una agresiva política a favor de las familias, difícilmente revertirá las tendencias existentes. De hecho, el año pasado en Alemania hubo 675.000 nacimientos, mientras que en Francia fueron 831.000. Queda por ver si los nuevos estímulos terminarán por convencer a las mujeres alemanas de tomarse una pausa en su carrera. Hasta ahora el 30% de ellas prefiere no saber nada de la cigüeña.
1 comentario:
buenísimo, te puse un link en aesd! muchos sls!
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