jueves, septiembre 18, 2008

Kombi: kombinationfahrzeug...

Anteriormente escribi sobre la aventura de viajar en combi,siempre y cuando este vacio o vayas sentado, el otro dia se subro a una custer un marionetista , que me hizo matar de la risa, conecto su reproductor MP3 a su amplificador portátil y el muñeco que era un payaso empezo a moverse desenfrenadamente a ritmo del perreo, con sus movimientos libidinosos , tambien bailo cumbia , que buen espectáculo, tu colaboración , solo tu voluntad.

Pero no todo es espectáculo, hay que regresar a nuestra posición fetal para ir lo suficientemente comodos, en conclusión nuestras combis de todas los dias deberian ingresar al Records Guiness talcomo suguiere la periodista Jorge Loayza, describe que en estas latas motorizadas de 4.50 cm de largo ,1.70 cm de ancho y 1.40 cm de alto ingresan hasta 25 personas , entre parados, sentados y doblados.

La combi es el virus de una enfermedad que recorre y contamina casi todas las arterias de Lima y provincias. El mal se desató aproximadamente hace veinte años, se propagó por el país a cien por hora y los peruanos conviven ahora con él. Sí, el 48% de los vehículos de transporte público de Lima y Callao –16,189 unidades– son, según el Ministerio de Transportes y Comunicaciones, camionetas rurales que la gente de a pie conoce con el simple nombre de combis. De 466 rutas de transporte urbano que hay en Lima, 216 son operadas por empresas que tienen como unidades de transporte estos vehículos.

Pense que el nombre de combi era de origen peruano , y oh sorpresa es todo lo contrario , nacio en Alemania. A fines de los años cuarenta los trabajadores de la Volkswagen crearon un vehículo para transportar cargas pesadas dentro de la factoría con algunos componentes del "escarabajo". El modelo se desarrolló con motor trasero, era especial para llevar mercancías y salió a la venta en 1950. Pero esa combi era kombi, una abreviatura de la difícil y poco comercial palabra alemana ‘kombinationfahrzeug’ que significa vehículo de uso combinado.

Al Perú llegó de a pocos entre los setenta y ochenta. Y fue la crisis del transporte público en los años turbulentos de Alan García lo que provocó que de un momento a otro algunas kombis empezaran a aparecer en paraderos de las avenidas Arequipa o Javier Prado. La ventaja era que el pasajero ya no tendría que viajar colgado de la puerta de un microbús como una cometa, sino sentado y rápido aunque en asientos más pequeños.

Fue a principios de los noventa que el gobierno de Fujimori decretó la libre importación de vehículos y la apertura de rutas de transporte urbano. Así, de Chile ingresaron unos vehículos parecidos a las kombis Volkswagen pero de marcas japonesas como Toyota y Nissan que en su país de origen también eran usadas para el transporte de carga y de pasajeros. Su importación se tornó desmesurada cuando la demanda se multiplicó. ¿La razón? Miles de obreros y desempleados que entonces eran despedidos de empresas públicas y privadas no encontraban otro camino para subsistir que comprar combis (con sus liquidaciones) y lanzarse a las calles como improvisados choferes de transporte público. Solo se necesitaba saber manejar, o tal vez no. La kombi se transformó en combi.

Los vehículos japoneses resultaban más rentables porque su combustible costaba menos –usaban petróleo, que costaba la mitad del precio de la gasolina–, eran rápidos y se cobraba un pasaje más caro que el de los microbuses. "Cualquier persona con algo de dinero se compraba una o dos unidades, las ponía a trabajar y ganaba mucho dinero", recuerda el mecánico automotriz Gustavo Rivera.

La competencia obligó a las combis a llevar cada vez más pasajeros en su reducido espacio. Los vehículos que venían con asientos tenían capacidad para nueve pasajeros, más uno para el chofer. Si se deseaba llevar más gente había una solución, colocar un asiento largo y angosto en el respaldar del conductor y deshacerse de los amplios asientos originales para reemplazarlos por otros pequeños y delgados, hechos solo con fierro soldado y forrados con una delgada capa de espuma, sin un solo resorte.

En los alrededores del Coliseo Amauta, la dueña de Tapicería Santa Rosa no revela su nombre pero sí sus recuerdos de esa época. Ella fue la que solucionó un gran problema a los dueños de combis: cómo llevar más y más pasajeros.

El negocio de una combi es meter la mayor cantidad de gente. Eso se logra reemplazando los ocho asientos de la parte posterior por unos más pequeños para que se sienten dieciséis personas además de los dos que van adelante, al lado del chofer. Para lograr esa proeza en una dimensión tan reducida se colocan asientos de solo 30 centímetros de ancho. Y entre el respaldar de uno y otro asiento hay apenas medio metro. De modo que el pasajero debe encogerse para sentarse allí.

Y todavía hay pasajeros que por la premura del tiempo viajan de pie, pero no erguidos, sino doblados ya que este vehículo solo tiene un metro cuarenta centímetros de altura. Pero como el público exigía comodidad a los choferes de combis, recogieron sus inquietudes y le encontraron una solución al problema: "Sacarle el techo original al vehículo y reemplazarlo por uno más alto para que los pasajeros parados viajen más "cómodos". Así , aparecieron dos nuevos modelos de creación peruana: la combi "camello" y la combi "huevito". Hoy el cambio de techo cuesta 1,200 soles.

A pesar de que una resolución municipal señala que está prohibido colocar asientos detrás del asiento del conductor de una combi, todo el mundo ignora esta norma, entre ellos los propios policías. Se estima que los choferes de combi reciben alrededor del 50% del total de las papeletas que se imponen en la capital por faltas al reglamento de tránsito. Pero ni eso las detiene, ponen primera y arrancan.å

PREFERENCIAS

• Para el experto en mecánica automotriz Gustavo Rivera, las combis se deterioran rápidamente porque sus dueños las someten a largos recorridos diarios que pueden llegar hasta los 400 kilómetros.

• El mecánico Santos Bermúdez, quien tiene 18 años arreglando combis en la avenida Túpac Amaru, señala que se prefieren las combis Toyota y Nissan. "La gente que tiene combis marca Asia les pone motores Toyota o Nissan porque son más resistentes y le da mayor potencia al vehículo, así logran más rapidez y levantan más pasajeros".

LENGUAJE DEL COBRADOR

Apégate: orden del cobrador para que entren cuatro personas donde solo deberían sentarse tres.

Plancha: combi con pasajeros sentados al tope, sin parados.

Sopa: combi repleta, sentados, parados y doblados en dos.

Pisa: orden del cobrador para que el chofer acelere.

Datero: persona que se dedica a informar a choferes y cobradores sobre las frecuencias de tránsito entre combi y combi, además datea sobre operativos policiales que se realizan en los próximos paraderos.

Pampa: aviso del datero que en las siguientes cuadras hay bastantes pasajeros.

China: pasaje de cincuenta céntimos para rutas cortas que, víctima de la inflación, está en proceso de desaparición.

Chantón: chofer que disminuye su velocidad o se detiene largo rato en un paradero para esperar más pasajeros. De esa palabra deviene la palabra chantarse y chántate, orden para demorarse en un paradero.

Camello: combi a la que se le ha cambiado el techo original por uno más alto a fin de llevar más pasajeros parados.

Moto: advertencia del datero: hay un policía motorizado cerca, gran posibilidad de recibir una papeleta o de gastar diez, veinte o treinta soles para romperle la mano.

DATOS . . .

• El experto en transporte urbano Juan Carlos Dextre es categórico: las combis no fueron diseñadas para el transporte de pasajeros sino para el reparto de mercadería. "Acá se le puso asientos y se convirtió en vehículo de transporte público sin contar que es de tamaño inadecuado, inaccesible para discapacitados y que genera congestión vehicular", agrega.

• Además el especialista sostiene que el Estado dejó que en la década del noventa el fenómeno combi crezca porque fue una válvula de escape de problemas como la falta de empleo.

• Para Luis Quispe Candia, de Luz Ámbar, el 95% de las empresas de transporte que tienen combis y cústers no son formales.

• "Los dueños de las unidades solo ingresan a las rutas mediante el pago de una cuota de afiliación y no hay ningún orden como el cumplimiento de frecuencias o de la ruta, una combi puede terminar su servicio en el lugar que a su chofer se le antoje", explica.

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