viernes, noviembre 25, 2005
"Stille Nacht, Heilige Nacht. Alles Schlaft, einsam wacht"...
Los países de Francia y el Reino Unido y otros del globo recordaron este viernes un nuevo aniversario: hace 87 años terminó la Primera Guerra Mundial. A la hora 11 del día 11 del mes 11 de 1918 se acallaron los cañones y ametralladoras que cegaron millones de vidas durante cuatro años. Actualmente de los que sobrevivieron sólo queda un puñado. Así, un evento que tantas naciones juraron no olvidar, es el centro ahora de una carrera contra el tiempo por recoger los testimonios de personas que ostentan más de cien años de vida.
La Primera Guerra Mundial dejará de ser una memoria de carne y hueso dentro de poco tiempo. En el Reino Unido sólo sobreviven 10 veteranos, con una edad promedio de 106. Los recuerdos no serán contados en viva voz por mucho tiempo.
Quienes fueron testigo de horrores sin precedentes prefirieron no hablar durante décadas. Muchos querían olvidar, otros sentían que no era apropiado recordar tiempos pasados. Pero esos testimonios personales son reconocidos ahora como una forma de arrojar luz al pasado. Son historias que traen al presente lo que fue la vida en las trincheras. Detalles como que el agua tenía un gusto diferente dependiendo de si la lata en la que era conservada era de BP o Shell; o la mirada de alegría en los hombres que morían con la palabra "¡Madre!" en la boca, demuestran que todavía queda mucho por saberse.
Tradición oral
Las historias personales siempre fueron transferidas de generación en generación por medio de cartas, diarios o relatos.
Alfred Anderson (1896-2005), 106 años, uno de los 10 sobrevivientes en el Reino Unido. En los años 70, el Museo Nacional del Ejército británico se dio cuenta de que el tiempo se acababa y empezó a grabar las voces de los veteranos en forma masiva.
"Los recuerdos de nuestros soldados son conmovedores e ilustran la sensación de peligro combinado con el tedio de la vida en las trincheras", explicó John Alban, el archivador de condado de Norfolk.
"Es a través de ellos que podemos tener una idea de lo que se sentía al caminar sobre tablas colocadas sobre lagos de barro maloliente", agregó. "Esos detalles no figuraban en los libros de historia". Ahora los pocos veteranos que quedan con vida se han convertido en propiedad pública. Alfred Anderson -109 años- pensaba que la guerra ya había quedado atrás.
Es el último hombre con vida que fue testigo de un evento único en el conflicto.
Hay una canción escrita sobre la tregua. Se llama "Navidad en las trincheras", de John McCutcheon. Son las memorias de un soldado británico en el momento en que se produjo el milagro. "Pronto, uno por uno, cada voz alemana se unió en armonía.
/Los cañones descansaron en silencio, las nubes de gas ya no se movían./ Mientras la Navidad nos trajo una pausa en la guerra". La letra relata el encuentro de soldados enemigos, los gestos pacíficos que los acercaron. "De pronto, uno por uno, de cada lado entraron en la tierra de nadie./ Sin rifle ni bayoneta nos reunimos mano a mano./ Compartimos un 'brandy clandestino' y nos felicitamos en la Navidad./ En un juego de fútbol, a la luz de las bengalas, les dimos una paliza./ Compartimos chocolates, cigarillos y fotos de nuestros hogares".
En la Navidad de 1914 soldados británicos y alemanes decidieron una tregua por su cuenta, jugaron al fútbol en la llamada "tierra de nadie" e intercambiaron regalos.
"Todos estos años he tratado de olvidar. Pero ahora todo sale a la luz otra vez. Pensaba que iba a morir en paz", bromeó.
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